Cuando no se está acostumbrado a perder…


…Se te queda cara de tonto. Te recorre por tu cuerpo una parálisis que no te permite reaccionar. No terminas de creértelo.

Lo bueno de instalarte en la victoria es que vas ganando confianza. Cada día confías más en ti y no hay reto que se te resista. Te inflas de moral y ésta te nubla la cabeza. Sólo ves la línea final del horizonte, sin pararte a pensar que a lo mejor es aconsejable fijarse en lo que tienes debajo de tus pies para no tropezarte.

Crees que toda cima es alcanzable y no aceptas que quizás tienes rivales que valen tanto (o a lo mejor más que tú). La derrota borra de un plumazo tus expectativas y te vuelve terrenal. Ya no eres inmortal. Comienzas a analizar tu pasado y empiezas a darle a vueltas sobre si lo del verano del 2008 fue un espejismo. Si tu sino es el de fracasar sistemáticamente cuando más se espera de ti. Vuelven los fantasmas del pasado. Como un flash back visualizas goles fantasmas, cantadas de porteros aparentemente seguros, fallos garrafales de delanteros peculiares o narices rotas en un rostro lleno de lágrimas.

Muchos de los tuyos abandonarán el barco y como los malos adivinos, dirán que ese final ya lo habían pronosticado. Concluirán que nunca supiste competir, que no tienes ese gen que te permite dar el 200% cuando ya ni el cuerpo ni la mente te responden. Que en el fondo siempre tuviste complejo de inferioridad y nunca mirarás a los ojos a la gente que parte el bacalao en este cotarro.

Todo esto es justo lo que no deberías hacer. Volverte pesimista. Se puede perder batallas pero aún así, se ganan guerras. Justo ahora que eres reconocible en el terreno de juego, no merece la pena dispersarse en fantasmas del pasado que no dejan de ser eso, fantasmas.

Comentarios

Sara ha dicho que…
Me pierdo un poco. Relaciono por la foto que intentas hablar de fútbol... pero a mi me parece que, en realidad, hablas un poco de la vida ;)
haujavi ha dicho que…
A ver, la copa de la confederaciones es un poco como ahora la copa del rey o la Europa League, un segundo plato que está hecho para ganar un poco más de dinero dando oportunidades "a los pobres".