
Triste vida la del banderillero. Arriesga como el que más, llevándose otro la gloria. El que llena las plazas, el famoso, el que puede pasar a la posteridad siempre será el torero.
La cuestión es que el torero no se presenta sólo en las plazas, sino que lleva a una cuadrilla. Estos le asean la faena para que luego él se luzca. Y aunque no negamos que exponer también expone, si hemos de decir que siempre está acompañado de un capote o muleta (dependiendo de la fase de la lidia en la que se encuentre), el cual puede utilizar a modo de engaño cuando la cosa se pone fea.
Pero y el banderillero, ¿qué tiene para protegerse? Nada. Va a puerta gayola, totalmente desarmado, confiado en que su velocidad y sus reflejos le permitan sortear con éxito las embestidas que el morlaco le pueda infligir. Porque el toro, quejarse se va a quejar. No es para menos cuando le ve con un par de varillas de madera, decoradas de una manera un poco hortera (para qué negarlo) y con una punta de acero cuyo único objetivo es desangrar y desvitalizar al bicho.
Es fácil ponerse en la piel del banderillero dado que el mundo laboral guarda muchas similitudes con el taurino. La gloria es siempre para otro mientras el trabajo sucio lo haces tú, exponiéndote a cornadas continuamente y no saboreando las mieles del triunfo.
Comentarios
Aún así seguro que su trabajo como banderillero sale algo más rentable que el de los que vamos quitando la mierda por el mundo.
Un saludo.
El maltrato animal debería ser equiparable al maltrato humano. No podemos presumir de avances si seguimos con estas "tradiciones".
Lo siento pero es mi opinión personal.
Un saludo.
Simplemente, como dice PERSÉFONE, estaba haciendo una reflexión del mercado laboral y comparándolo con el mundo de los toros, donde unos tienen la fama y otros
cardan la lana.
Gracias por pasaros por mi blog.
Creo que se nota que a mi los toreros no me gustan, los toros pobrecillos no tienen la culpa que unos bestias se diviertan haciendo sufrir a un animal.