El chico de El Palo


Existe el estereotipo que el futbolista profesional es un tipo privilegiado al que no le falta de nada, que tiene la vida asegurada y que con el fútbol le vino Dios a ver. A veces no estaría mal desterrar los estereotipos e indagar qué hay detrás de cada persona.

Para algunos el fútbol puede ser una válvula de escape, un balón de oxígeno para escapar de una vida condenada a la marginalidad. Eso es lo que le pasó a nuestro personaje.

No tuvo infancia ni motivos para la esperanza. Su padre le abandonó cuando era un recién nacido y su madre murió, arrastrada por los excesos que provocan las drogas, cuando él apenas contaba con 9 años. A pesar de apenas haberla conocido, siempre hay un recordatorio para ella cada vez que marca un gol. Cuando todos presagiaban un triste final de delincuencia y drogadicción, apareció una pequeña luz para la esperanza.

Ese hilo de esperanza no lo encontró en el colegio, el cual abandonó pronto, si no en torno a ese esférico que tanto dinero mueve en España: el balón de fútbol. Con el fútbol regateó a su infausto futuro y pudo construirse una carrera de éxitos.

Aunque ese camino no fue de rosas precisamente. Con 15 años cometió su primer y único delito. Intentó robar una moto para comprarle unas gafas de sol a la que entonces era su novia. Este incidente y su pasado habrían sido suficientes para que un equipo puntero del panorama futbolístico español desechara su fichaje. Pero aquel bigotudo, que más tarde llegaría a entrenar a la mejor Selección Española de Fútbol, le estaba viendo aquel día en la disputa de un partido regional, no hizo caso a los estereotipos y le fichó para el Real Madrid. Ese hombre le cambió la vida, pues, como llegó a decir posteriormente, se ganó a un futbolista y se salvó a un delincuente.

Atrás quedaron los días como jugador de el club El Palo, donde destacaba por su toque, desmarque, su fuerza goleadora, y por un carácter tremendamente competitivo: le gusta ganar o por las buenas o por las malas. Pero aún disfrutando de una vida privilegiada, su pasado no dejaba de perseguirle.

Debutó en el Real Madrid un 3 de Noviembre de 1999. La vida le sonreía pero eso no le hizo olvidar sus orígenes y aún continuaba volviendo a El Palo. En una reunión de conocidos de la infancia presenció como un amigo suyo moría víctima de navajazos. Desgraciadamente estaba curado de espanto pues la mayoría de sus amigos de la infancia había acabado en prisión.

Tras ese episodio comienza un periplo por la Primera y Segunda División, que le lleva a conocer Soria (Numancia), Villarreal, Sevilla, Albacete, Murcia y Granada. Todos los que han compartido vestuario con él, hablan de una persona noble y con un gran corazón. Y a pesar de haber dejado un buen recuerdo en todas las hinchadas, nunca ha terminado de echar raíces. Desde ese punto vista, la suerte le fue esquiva. Pero viendo lo que le deparaba la vida nada más nacer, se puede considerar un tipo afortunado.

Carlos Reina Aranda milita actualmente en el Club Atlético Osasuna.

Comentarios

Unknown ha dicho que…
Todo lo que nos salve de un "futuro" ya escrito, aún antes de que ocurra, es un milagro bienvenido!!!
haujavi ha dicho que…
Y mira que viendo "El palo" y Osasuna creía yo que ibas a hablar de leñeros jajaja