El
ser humano nunca dejará de sorprendernos. Su capacidad de adaptación y reinvención
es lo que más nos diferencia del resto de seres animales. También en la
capacidad para llevar hasta extremos profundos y oscuros nuestra supuesta
racionalidad, llegando en ocasiones a poner en peligro la propia supervivencia
humana.
La
desesperación nunca fue buena aliada para alejarnos de esos recovecos oscuros
que tiene nuestra mente. Cuando se ha perdido todo, cuando no se tiene ningún
tipo de esperanza, un mensaje arengando a la confrontación puede ser el único
clavo ardiendo al que agarrarse.
Ese
tipo de mensajes no tienen una base racional muy sólida. Si se analizan
fríamente, son bastante simples: basta con crear un falso enemigo al que culpar
de nuestros males y orientar todas fuerzas en combatirlo. Si creas un enemigo
externo, olvidas las cuestiones internas que te hicieron estar en la
desesperación que te encuentras. Es lo que informalmente se llama escurrir el
bulto.
Una
vez que ese mensaje cala en la gente, ya tienes un caldo de cultivo para
desarrollar tus ansias de grandeza y de dominación del Mundo. Ya no hay marcha
atrás, es una huída hacia delante. Y cuando ya tienes acólitos en tus filas, el
siguiente paso es perpetuar las consignas para que la gente no las cuestione:
ha nacido la propaganda.
A
modo de repetir machaconamente el mensaje del desagravio, va calando entre las
personas las ansias de confrontación y el odio visceral. Es en este momento
donde la psiqué humana traspasa la racionalidad para instalarse en la más
tenebrosa irracionalidad.
Y
ese acaba siendo un proceso que no tiene marcha atrás. Es como un coche sin
frenos, no se puede parar. Tan sólo falta que se prenda la mecha. Y
sinceramente, llegado a este punto de sin razón, cualquier excusa, por mínima
que sea, es más que suficiente para que todo el conflicto estalle.
En
esa espiral de odio y violencia el ser humano no se da cuenta de lo que está
realmente haciendo. No tiene más visión que la que le han adoctrinado. Pero
analizado fríamente, en ese tipo de conflictos todos pierden, nadie gana. Y
cuando llega la cordura puede que sea demasiado tarde.
Las
consecuencias de este tipo de conflictos son devastadoras. Las heridas creadas
tardan en cicatrizarse y poco menos que se necesita una refundación, una
eliminación del pasado. Pero el ser humano es el único animal que tropieza dos
veces en la misma piedra, pues se llega a confundir olvido con desconfianza.
Si
escapas de algo horrible, lo que menos necesitas es crearte nuevos fantasmas,
nadar en el mar de la desconfianza. Eso sólo crea más recelos, más miedo y
reactivar los oscuros pensamientos de los que querías huir porque puedes haber
cambiado de enemigo pero no de germen que generaba el odio. Por tanto, se puede
llegar a una situación peor de la que partías dado que, debido a la
desconfianza, al enemigo externo que supuestamente tienes has de sumarle el
interno.
Y
mientras tanto, más y más propaganda, haciendo pensar a la población que nada
pasa, que los raros son los otros, que nosotros vamos por el buen camino. Se
mitifican pequeños éxitos, se crean falsos ídolos y modelos a seguir y se
pretende hacer uso de una ostentación que en realidad no se tiene. En todo este
peregrinaje se están olvidando la historia común, los valores que les
caracterizaban en pos de algo falso, híbrido y endeble que tiene pocos visos de
llegar a buen puerto.
Aunque
hayamos expuesto que el ser humano es capaz de lo peor, también es capaz de lo
mejor. En un momento de lucidez recupera la cordura, rompe pacíficamente con
esa pantomima y planifica un futuro basado en el respeto y la confianza. Nadie
dijo que la reconciliación fuera fácil pero si se quiere, se puede conseguir.
Es
curioso lo que uno puede llegar a divagar paseando por las calles de Berlín. En
algunos momentos parece como si su Historia te estuviese hablando para que no
se olvide lo que allí sucedió y se extraiga lección de los errores cometidos
para que no se vuelvan a repetir. Larga vida a Berlín.
Comentarios
Flaca memoria tenemos con muchas cosas.
no lo sé
un placer leerte!!
Gracias y bienvenido!
Berlín es mas que un sueño un bucle para mi cada comienzo de año. Fue mi primer destino cuando por primera vez soñé con recorrer Europa en coche, luego el tren, y finalmente el avión, pero los años pasan y sigo sin viajar a ella.
Aun así me sigue cautivando, creo que es la única ciudad donde conviven el color y el blanco y negro, donde el pasado es tan cercano como el futuro.
Leeré los capítulos anteriores pero este quinto es una muy buena reflexión y resalto lo del tropezar dos veces. Es curioso pero cuando Angela Merckel habla de que estamos como al final de la 2ªGM sale a la luz la trama neonazi, el paro y la crisis asola la economía europea, y si antes hubo un plan Marshall que nos auxilió, habrá un plan Obama? No creo, mas bien estamos en manos de Berlín.
Mañana no sé si me conectaré y no quería quedarme sin felicitarte.
Un besito.