
La trayectoria vital se define, en
gran parte, por las decisiones que uno tome. Equivocadas o no, éstas trazan un
camino, una senda por la que transitar, pararse o darse la vuelta.
A veces las decisiones se toman
para huir hacia delante, para escapar de situaciones que te agobian o que
sencillamente no te aportan nada. En esos casos, se corre más riesgo quedándote
inmóvil que dando un paso al frente…aunque no sepas muy bien a lo que te puedas
llegar a enfrentar.
El romper con el pasado y afrontar
constantemente novedades te puede llegar a provocar en una primer momento
cierta sensación de adrenalina y optimismo que hace que cualquier obstáculo al
que te enfrentes lo solventes sin problemas. No hay ningún miedo a perder.
Pasados esos primeros momentos de ensimismamiento
y felicidad, la situación tiende a estabilizarse. Finalmente se toma conciencia
del entorno en el que se está y se empieza a vislumbrar que alternativas se
tiene. Sin hacer un análisis profundo, comienzas a percibir en ese momento
ciertos senderos oscuros en ese camino luminoso que te vendieron. Sin embargo, empleas
un planteamiento práctico y no te agobias por el futuro: lo que tenga que ser,
será.
Pero avanzas por el camino y los
nubarrones cada vez están más cercanos. Se avecina tormenta y ya eres consciente
que del chaparrón ya no te libra nadie. Ahora se trata de cubrirse lo mejor que
puedas para no mojarte demasiado. Pero no sólo tú transitas por el camino y los
cobijos escasean dado que hubo gente que fue previsora y se resguardó en cuanto
vio el tiempo cambiar. Ahí te das cuenta que en este mundo no se puede vivir
instalado en la comodidad.
En determinados momentos, la
lluvia arrecia y es inmisericorde con todo el mundo sin hacer ningún tipo de
distinción. La situación no es cómoda, te preguntas por qué te ha pasado esto a
ti, qué pudiste hacer mal. Pero no se trata de eso, los infortunios no ocurren
porque hayas hecho mal las cosas. El destino es caprichoso y no hace miramientos:
si te toca, te tocó.
De los momentos difíciles siempre
hay que extraer lecciones. Suelen ser momentos que te ayudan a aclarar la
mente, a distinguir quién te puede ayudar y quién te ofrecía su ayuda por puro
compromiso. En definitiva, desbrozas sentimientos y amistades. Pero sobre todo,
te ayudan a tomar decisiones y afrontar cambios. Es curioso que, a modo de
bucle, un ciclo comience y termine en la misma fecha. Ya lo dijimos antes: el
destino es caprichoso.
Comentarios
A ver sí estas sí, y si lo consigo vuelvo a la carga.
Y es que nos vemos inmerso en la velocidad que dictan las fechas, como atrapados en una cuadricula en donde la única rendija por la que escapar sean los sueños, cuando debería la vida misma.
Gran reflexión la que expones
Llevaba demiasiado sin pasarme por aquí... Nos leemos ;) y (típico y tópico) feliz año!
Pd: Te invito a que visites mi blog de cine (llamado “Cine para usar el Cerebro”), en el cual también publico cuentos míos.