EL DOMADOR DE PULGAS


De todos los espectáculos circenses quizá el más sorprendente, por legendario, por extravagante y por sorprendente sea el del domador de pulgas. Un arte casi invisible, pero no exento de mérito, perpetrado por un adiestrador que tiene que lidiar con unos pequeños seres vivos, aparentemente frágiles, pero a todas luces imprevisibles.

Este espectáculo que, a pesar de estar diseñado para el gran público, ha de desarrollarse en un entorno extremadamente protegido. No en vano, las pulgas necesitan su ecosistema para expresar todo su arte y ningún elemento externo, ya sea brasileño, camerunés o sueco, puede robarle un ápice de protagonismo. Lo que le ofrece la pulga al público no se lo ofrecen otros números en la misma función circense por muy voluntariosos y efectivos que sean. El público paga por lo diferente, lo extraordinario en definitiva, por aquello que le haga levantar de sus asientos.

Con semejante expectación se puede concluir que no todas las personas están capacitadas para adiestrar pulgas. Se ha de tener un gran conocimiento del medio y altas dosis de comprensión con respecto a la estrella de la función. En decir, poner a su disposición todo un equipo para que la pulga se luzca y que nada externo le perturbe. Que se dedique a lo que mejor sabe y que no se preocupe por lo demás. Una tarea aparentemente simple pero que en realidad está llena de obstáculos.

Se trata de llevar a cabo un juego de suma cero: tú ganas, yo gano. Al fin y al cabo, el domador de pulgas es ambicioso y también se juega su prestigio. Reviste sus palabras de humildad y de apoyo al equipo pero en el fondo, y esto es consustancial a todo ser humano, busca su propia satisfacción y su propio éxito. Por ello, cuando se ha conseguido ofrecer el espectáculo más brillante y exitoso, una mera referencia a una posible marcha del director de orquesta puede causar estragos en un equipo de trabajo donde todo ensambla a la perfección.

Pero en el fondo puede que se trate de una estrategia. Una maniobra para evitar la relajación cuando ya han aparecido los primeros síntomas de hastío, cuando ya cuesta más conseguir la excelencia  y cuando tu competencia ha mejorado tanto que ya te disputa el Cetro. Cuando se ha ganado tanto y las emociones han sido tantas y tan intensas, la posible marcha del máximo responsable de ese éxito puede provocar un desamparo tan grande, que el equipo pueda llegar a creer que ese vacío no se podrá suplir con títulos en el futuro.

La otra estrategia para levantar el ánimo es apelar al orgullo. Recordar, en tiempos difíciles, de dónde se venía y por qué se ha logrado lo que se ha conseguido. Y dar un toque de atención a los que los creían por muertos haciéndoles ver que, a día de hoy, continúan estando en la cúspide. Está quizá sea la última bala para desestabilizar al contrario. A veces, con un  único y certero  disparo puedes eliminar a tu contrario. Con una pulga por medio cualquier cosa puede ocurrir.

Comentarios

Sir Seymour Wolcott ha dicho que…
Me gustaría aprender más del comportamiento de las pulgas y hacerlo mío, pero es un mundo demasiado pequeño (de tamaño) para mis problemas de vista , y siempre, por comodidad, acabo irremediablemente delante de la televisión, a la espera del desenlace futbolero...

Saludos decadentes.
Pugliesino ha dicho que…
Y uno es del Atleti, extraño circo del caos y misticismo allá donde los haya, pero reconozco que lo que es capaz de realizar en apenas un microespacio de tiempo, revoluciona hasta a la ecuación de Einstein!

Un abrazo
haujavi ha dicho que…
Al final todo esto en el futbol y en la vida son ciclos, es dificil encontrar el equilibrio durante mucho tiempo y en el futbol menos.
María ha dicho que…
bueno, pero como en todo, existen pulgas y pulgones... y pulguillas
la primera vez que entré en un Circo, allá por el pleistoceno, cuando los animales salvajes que había en él, eran de los con ganas de rugir y todo eso... pues la primera actuación fue la de un domador de pulgas (siento este flashback de abuelita)
volvamos a las pulgas,
a mi me parece que han perdido el norte de vista, que si enfocaran sus prismáticos hacia la tierra, ni que fuera por unos segundos, se darían cuenta de lo afortunadiiiiiiiiiiiisimas que son, se les pasaría la mitad de sus estupideces, sospecho que incluso se aplicarían más en saltar y picar...

un beso