Rezar a la divina providencia, tal
y cómo se está poniendo la cosa, quizás sea la opción más segura y
esperanzadora, porque todo lo demás es incierto.
Cuando la crisis empezó nunca
pensamos que pudiera ser de tanto calado. Suponíamos que, como otras anteriores,
ésta tan sólo duraría un año o como mucho dos. Ya vamos para cuatro y esto no
tiene visos de mejorar.

Oír decir al jefe de tu Gobierno que
se van a tomar medidas para reformar el mercado laboral pero que el paro no va
a disminuir con ellas, es cuanto menos sorprendente. Pero si algo nos ha
enseñado esta situación es que la crisis va siempre un paso por delante de los
gobernantes y que, cada decisión tomada por estos, se queda obsoleta en el
momento en el que éstas se van a llevar a cabo.
Por tanto, ¿qué motivos hay para
reformar el mercado laboral si, a priori, la situación del desempleo no va a
cambiar? Pues uno muy claro: contentar a los mercados; ese Ente que siempre ha
estado ahí pero del que sólo nos hemos acordado de todos sus muertos cuando nos
han ido mal las cosas porque, cuando nos iba bien y este Ente era uno de los
causantes que el dinero fluyera para todo y para todos, bien que le reíamos las
gracias.
¿Contentar a los mercados nos asegura
la salida del atolladero? Por supuesto que no. Estos se mueven a su antojo y la
especulación contra un país no depende enteramente de la responsabilidad de éste
sino que también pueden influir otros factores externos como la situación de
otros países. Entonces, ¿qué persigue el Gobierno con todo esto? Conseguir que
la presión sobre la deuda disminuya y con ello poco a poco ir consiguiendo
liquidez para inyectar en nuestra economía (recordemos que el diferencial de
deuda que tenemos ahora hace que gran parte del dinero recaudado por la nación
se dedique sólo y exclusivamente a pagar intereses de nuestra deuda).
Esta vía por la que ha optado el
Gobierno tiene un doble riesgo. Uno, el más claro y evidente y ya apuntado por
nuestro Presidente: Generar más paro. Con tanta flexibilidad y ahorro de costes
para poder despedir, muchas empresas, actualmente ahogadas financieramente
porque no tienen liquidez, verán como un abaratamiento del despido les permitirá
adelgazar su estructura para poder sobrevivir. ¿Consecuencias de tener más
paro? Pues una inmediata que ya venimos padeciendo: la caída del consumo. Los
parados tenderán a ajustar más sus gastos y los que aún conserven su puesto de
trabajo, preferirán ahorrar para tener un colchón de dinero por si vienen mal
dadas. Por tanto, se entraría (más bien llevamos un tiempo sin salir de él) en
un círculo vicioso que nos llevaría inevitablemente a un descenso del PIB.
El otro riesgo que puede tener el
apostar por un mercado laboral como el que ha planteado el Gobierno, ya lo
hemos apuntado antes. Que los mercados, que van un paso siempre por delante, no
se contenten con esta Reforma y quieran más. Y ya puestos, decidan cargarse el
Estado del Bienestar o, ahora que no se puede devaluar la moneda para ser
competitivos, opten por devaluar los salarios lo cual, ante una perspectiva
factible de subida de impuestos, nos va a hacer todavía más pobres.
Comentarios
Saludos decadentes.