LA FRAGILIDAD


En ocasiones piensas que el Universo se sostiene sobre finos hilos que en cualquier momento pueden romperse. Que la calma tan sólo es un estado transitorio previo a la mayor de las tempestades. Que en el fondo somos frágiles aunque una coraza exterior muestre lo contrario.

La fragilidad es pensar que lo tienes todo, que puedes conseguir todo lo que te propongas y no tener en cuenta que, en un instante, de la manera más imprevista, casi sin buscarlo, lo puedes perder todo. Hasta tu propia vida. No nos damos cuenta que lo importante en la existencia es llegar vivo al día siguiente, que todos los días nos  enfrentamos a peligros “invisibles” que nos pueden jugar una mala pasada. A veces se tiende a trivializar todo, lo que provoca que nos relajemos en esa jungla diaria que es la vida y por tanto, estemos más expuestos a cualquier tipo de incidencia.

La fragilidad es también no saber transmitir tus sentimientos, creer erróneamente que un escudo te protegerá de posibles daños que te pueda ocasionar relacionarte con los demás sin darte cuenta que, con ese escudo puesto, te estás aislando cada vez más. Que si no te abres, los demás no se abrirán para ti y que tú serás un extraño para ellos de la misma manera que ellos lo son para ti.

La fragilidad es no haber aprendido de las malas experiencias anteriores y cometer los mismos errores. Venirte abajo sin ser capaz de reponerte, esperar a que la situación amaine en vez de coger tú las riendas de la misma. En definitiva, no creer en ti y pensar que cualquier cosa que hagas será mejorada por otro.

La fragilidad es obsesionarte tanto con algo que esa obsesión no deje despuntar tu gran potencial. Es un estado mental en el que interiorizas que eres inferior al otro y no sólo eso, si no que lo demuestras lo cual, da munición a tus adversarios para hurgar en esta herida. En vez de poner remedio, te hundes más y más hasta llegar a crearte problemas donde antes no los había.

Como se puede ver, la fragilidad se puede percibir de diferentes maneras pero una cosa es cierta: está ahí. No podemos obviarla, es indisoluble con la condición humana. Desde el momento que somos mortales, no podemos ser invencibles y por tanto, somos frágiles. Se necesita un ejercicio mental exhaustivo para que no nos condicione la vida y ésta podamos disfrutarla.

Comentarios

Mariela Parma ha dicho que…
La fragilidad a vees nos deja... pongo puntos suspensivosss!!! Es un tema a mucha reflexión!! Excelente tu blog!!!! Estoy en la blogoteca.20minutos. y ya quedan apenas 2 días para el cierre!! Hasta el 3/2/12.
Podrías dar tu opinión y si puedes votar, en buena hora!! Pasa por http://lablogoteca.20minutos.es/todo-preescolar-15750/0/
Sí al final no decides votar mi blog o ya has votado otro, te invito a que le eches un vistazo a ver que te parecen los artículos.
Gracias
Sergio DS ha dicho que…
El pasado no sirve más que para aprender, hay que gestionar el presente con el conocimiento de lo que nuestra historia inmediata nos enseño, pero sin lamentarse o regodearse en lo que debió ser y no fue o no pudo, regodearse en el dolor del pasado no aporta nada.
Carpe Diem, siempre!!!,... pero con cabeza.
Sir Seymour Wolcott ha dicho que…
Has conseguido expresar de manera clara y sublime lo que yo siempre he pensado pero no he sabido transmitir, sin encontrar otras palabras (torpes y burdas, lo reconozco) que no fueran éstas: "Somos blanditos".

Saludos decadentes.
haujavi ha dicho que…
Es una buena manera de describir la vida, frágil como una figura de porcelana pero hermosa a la vez.