A
veces tienes la sensación que, llegado un determinado momento, las cosas no te
parecerán como antes, la interpretación que haces de la realidad o del entorno
nunca volverá a ser igual.
La
música tiene ese poder, aparentemente inofensivo, que hace que asociemos
determinados momentos de nuestra vida a canciones y que cuando escuchemos una
de ellas, inmediatamente salte un resorte en nuestro cerebro que nos permita
recordar ese momento, ese instante que, de no haber sonado la melodía,
probablemente seguiría escondido en lo más recóndito de nuestra mente.
Y
como todo en esta vida, hay canciones que asocias con momentos mágicos y sin
embargo hay otras que te retrotraen a períodos trágicos. Dicen que las mejores
canciones de amor surgen cuando se está atravesando desengaños amorosos. Es
probable que así sea dado que la mejor terapia en esos momentos es no guardarte
los sentimientos, expresar toda la pena que llevas dentro y compartir tu dolor.
Si te lo guardas dentro, es probable que esa herida nunca se cure (aunque también
es difícil que ésta se suture del todo).
De
la misma manera, cuando en la vida todo te sonríe tu banda sonora se llena de
canciones vitalistas, canciones que te hacen creer que eres invencible, adalid
del éxito. Si analizáramos ese tipo de canciones, probablemente no encontráramos
un mensaje muy sesudo en ellas, sería más bien liviano e inocuo. Da igual, en
esos momentos tu mente no se para a pensar, sólo estás programado para disfrutar
y por tanto, no te importa que esa música no te aporte nada.
Habría
una tercera vía en cuanto a la forma de interpretar las canciones. Es cuando éstas
están asociadas irremediablemente a una persona. Aquí no son recuerdos los que
asaltan a tu mente, si no un ser humano de carne y hueso. ¿Y cómo desligar una
canción a una persona? Difícilmente eso podrá desunirse. Es como un archivo mp3
que se almacena en el disco duro de nuestro interior. Podrás bajar el volumen de
la música pero la tienes tan interiorizada que terminarás tarareando la letra. Intentarás
buscarle otro sentido a lo que escuchas pero al final el estribillo te terminará
llevando al mismo punto de partida. Siempre terminarás proyectando una imagen,
un instante, un momento irrepetible en el que la música te recordará, a modo de
condena, que aquello nunca más se volverá a repetir y que tendrás que vivir de
recuerdos el resto de tu vida.
Comentarios
Coincido contigo en cada una de tus palabras. Gran entrada :)
Un besito. Y gracias por leer siempre :)